El hombre que camina con una sanadora

Cuando un hombre elige a una mujer que sigue su vocación, su única posibilidad de mantener la conexión es seguirla… y sobre todo, crear un espacio para que ella siga su propio camino.

 

 Puede suceder que necesite abandonar su propia necesidad o que encuentre un medio de curarse a través de su camino común, pero no de la manera más suave.

 

 Cuando un hombre elige a una mujer que cura las heridas colectivas de las mujeres siguiendo su llamado, su Sí para ella equivale a un Sí para un propósito más grande que va más allá de construir una casa o criar hijos.  Su conexión va más allá de cumplir con los modelos clásicos de roles de género.

 

 Porque este hombre acepta el trabajo de tener la espalda de esta mujer, de atraparla cuando ya no puede transformar el dolor del mundo.  Para él significa acoger una forma diferente de sexualidad, ya que la curación a nivel de la sexualidad es uno de los temas más profundos de la mujer que necesita convertirse en curandera.

 

 

 

 

Para él, esto, nuevamente, se trata de dar la bienvenida a la lentitud, la suavidad y la curación, de reprimirse o redirigir su propio impulso … de estar presente para el todo.

 

 Porque cuando un hombre elige a una mujer que aspira a la libertad, sólo pueden conseguirla juntos … y dejando atrás sus aspectos narcisistas y reconociendo el camino de la mujer como su propio camino hacia la libertad.

 

 Cuando un hombre elige a una mujer más grande, no puede vivir en los lugares de las energías de la opresión o de jugar en pequeño.  Él, si elige asumir esta misión con ella, acepta una tarea que sirve al bienestar de todos los hombres, aunque ocurra en un segundo plano.  Dentro de este trasfondo, crea un espacio de seguridad, de mantenerla a salvo de una emboscada criada por sus propias viejas heridas, llevándola a la sumisión.

 

 Cuando un hombre elige a una mujer debido a su fascinación por su resplandor y sabiduría, debe ser obvio para él que no puede estar atrapado en sus propios déficits de una manera que le haga querer disminuir su resplandor … simplemente por miedo a tener que hacerlo.  compartirla con los demás.

 

 Cuando un hombre elige a una mujer que sigue su vocación, no puede temer estas palabras: respeto, humildad y entrega.  Preferirá caminar por el sendero de la divinidad, junto a su mujer, la sanadora, con gratitud y un corazón desbordado.

 

 

 

 

Porque una mujer así elegirá, si alguna vez necesita elegir, a favor del bienestar de todas las mujeres…

 

 y ella elegirá caminar sola por su camino en lugar de dejarlo por él.  Sin embargo, ella es consciente del poder que tiene la presencia de un hombre que toca los tambores …

para ella.

 

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